Ved este cuento y comentad entre todos la historia que nos propone.
La campana de la justicia
En una remota población de Italia el rey Juan había ordenado que se instalara una campana en el centro del jardín principal.
Podía jalar su cordón cualquier persona que hubiera sufridoalguna acción injusta, o se le negara un derecho que le correspondía.
Cuando el rey la escuchaba, de inmediato llamaba a sus consejeros para que resolvieran lo que correspondía hacer. Su sonido era frecuente. La usaban las personas que no recibían pago por su trabajo, o los clientes de algún vendedor de fruta que elevaba demasiado los precios de las naranjas y las manzanas.
La campana se hallaba en una pequeña torre y, con el paso del tiempo, las ramas de una enredadera que crecía en el jardín fueron subiendo poco a poco hasta que el cordón se enredó con ellas.
Podía jalar su cordón cualquier persona que hubiera sufridoalguna acción injusta, o se le negara un derecho que le correspondía.
Cuando el rey la escuchaba, de inmediato llamaba a sus consejeros para que resolvieran lo que correspondía hacer. Su sonido era frecuente. La usaban las personas que no recibían pago por su trabajo, o los clientes de algún vendedor de fruta que elevaba demasiado los precios de las naranjas y las manzanas.
La campana se hallaba en una pequeña torre y, con el paso del tiempo, las ramas de una enredadera que crecía en el jardín fueron subiendo poco a poco hasta que el cordón se enredó con ellas.
Había en el pueblo un comerciante que tenía un caballo de carga. Éste había sido un animal fuerte y hermoso que lo ayudó mucho en su negocio. Sin embargo, después de años de trabajo, el animal estaba viejo y cansado. Cuando dejó de resultarle útil el caballero simplemente se desentendió de él. Le soltó las riendas y lo abandonó a su suerte.
Triste, el caballo vagaba por el pueblo en busca de refugio y comida. Una tarde llegó al jardín donde estaba la campana. Se acercó a la enredadera y empezó a morder sus hojas, pues no aguantaba el hambre. Al jalar una de las ramas, tiró sin querer el cordón y la campana empezó a sonar.
Triste, el caballo vagaba por el pueblo en busca de refugio y comida. Una tarde llegó al jardín donde estaba la campana. Se acercó a la enredadera y empezó a morder sus hojas, pues no aguantaba el hambre. Al jalar una de las ramas, tiró sin querer el cordón y la campana empezó a sonar.
El rey pensó que el caballo estaba pidiendo ayuda y llamó a los jueces. Éstos averiguaron que, cuando tenía fuerza y vigor, el animal había servido a su dueño. Por eso resolvieron que él debía cuidarlo ahora, cuando ya no podía trabajar, y se le ordenó que así lo hiciera.
El caballo pasó el resto de su vida en un establo confortable. Cuando tenía hambre salía al patio, tomaba el sol, comía toda la paja que se le antojaba y bebía agua fresca del estanque. A veces el caballero iba a saludarlo. Juntos, recordaban sus aventuras de otros tiempos.
-A partir de un cuento italiano incluido en Il Novellino
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